lunes, 27 de junio de 2011

CUANDO LAS MARCAS PIERDEN LA BRÚJULA

Innovadores y cosmopolita
27 de junio de 2011


Cuando las grandes marcas apuestan en grande por algo se podría creer que los respalda un gran y casi perfecto estudio de mercado que garantiza su éxito.

Sin embargo, en el mundo de los negocios es tan fácil perder la brújula, que nadie, ni siquiera las grandes marcas están exentas de los fracasos comerciales.

Algunos de los fracasos comerciales más extremos han sido de grandes marcas como Unilever, Coca-Cola y la British Motor Corporation.

Cuando en la década de los noventas la marca Unilever anunció una nueva y poderosa fórmula de Persil Power que ofrecía eliminar cualquier clase de mancha.

El producto logró superar en preferencia a Ariel de Procter and Gamble y su principal competidor.

Muchos consumidores se entusiasmaron hasta que empezaron a darse cuenta de que el detergente no sólo eliminaba las manchas... sino que también destruía la ropa.

El Persil Power contenía un ingrediente de manganeso llamado "el acelerador" que resultaba nocivo para las telas.

En la prensa comenzaron a aparecer fotos de prendas de ropa interior agujereadas.

Una frase decía: “Si se utiliza este producto, su ropa será destrozada hasta el punto de la indecencia".

Los analistas estiman que este producto fallido pudo haber costado a Unilever más 400 millones de dólares, es decir, más de 45 mil millones de pesos.

La compañía se apresuró y presentó la Nueva Generación Persil, sin el acelerador de manganes y pudo recuperar su posición como líder en el mercado cuatro años después con los comprimidos Persil.

Otro caso fue el de Coca-Cola quien a pesar de ser el refresco de cola más vendido, le temía a su rival, Pepsi, que le pisaba los talones.

Cuando Pepsi introdujo su famoso Pepsi Challenge, una prueba de cata a ciegas que insinuaba que más clientes preferían el sabor más dulce de la número dos, Coca-Cola entró en pánico.

Sus ejecutivos se convencieron de que el sabor de su producto se había convertido en un problema, por lo que se dedicaron a desarrollar uno nuevo que le ganara a Pepsi.

La nueva y supuestamente mejor Coca-Cola se presentó a la prensa en Nueva York en abril de 1985.

Sorprendentemente, no sólo se cambió el sabor de la Coca-Cola sino que el original se dejó de producir.

Los consumidores se sintieron traicionados y organizaron una serie de protestas.

Al final, los ejecutivos de Coca-Cola revisaron sus estudios de mercado y se percataron de que habían cometido un error fundamental.

La prueba de cata a ciegas no había tenido en cuenta las asociaciones que conllevaba la marca y la lealtad de sus consumidores.

Después de sólo 79 días, Coca-Cola revirtió su decisión y anunció que la receta original volvería a producirse.

Otro gran error fue el del Mini, el automóvil de más éxito en la historia británica, con más de cinco millones de unidades vendidas.

Su éxito sin embargo se vio marcado por un hecho insólito en las historia de las marcas, vender el producto más barato de lo que en realidad costaba producirlo.

Cuando fue presentado en 1959, Leonard Lord, el jefe de la British Motor Corporation, decidió que el auto se vendiera por 500 libras esterlinas para superar la competencia del Ford Anglia, que costaba 610.

Ese precio le dio al mini un éxito instantáneo y con el respaldo de celebridades de la talla de John Lennon, Peter Sellers y Spike Milligan, se convirtió en el vehículo del momento.

Los jefes de Ford estaban tan impactados que decidieron desmontar uno de los carros pieza por pieza para encontrar el secreto que hacía su producción tan económica.

Analizaron el costo de cada componente y su análisis determinó que la producción costaba al menos 35 libras más de lo que se ofrecía en el mercado.

Eso quería decir que los Mini costaban 535 libras y se vendían a 500.

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