lunes, 7 de junio de 2010

QUO: La mente el mal, la ciencia al servicio de la guerra.

Innovadores y cosmopolita
7 de junio de 2010


Sin duda la ciencia ha transformado el mundo a revoluciones sorprendentes en los últimos años.

Hoy en día podemos sobrevivir a enfermedades y accidentes que hace 30 años eran mortales gracias a los sorprendentes avances de la medicina.

También podemos estar comunicados y trabajar a distancia gracias al Internet y sus múltiples y sorprendentes aplicaciones.

Y qué me dicen de los automóviles, la telefonía, los videojuegos o las nuevas pantallas en tercera dimensión que están en su máximo apogeo de desarrollo tecnológico.

Pero qué pasa cuando las mejores intenciones científicas se ponen al servicio de la guerra.

Vayamos al caso concreto de la bomba atómica.

Cuando el científico inglés Leó Szilárd pensó en provocar el choque de un neutrón contra un núcleo atómico seguramente no visualizó el horror de una explosión nuclear.

Y aunque tal vez estaba consciente de que la bomba atómica sería devastadora, no creo que su imaginación alcanzara para predecir lo que sucedió.

Entre el 6 y el 9 de agosto de 1945, la bomba atómica mató a 250 mil personas en Hirochima y Nagazaki en Japón.

Esos bombardeos no sólo cambiaron la naturaleza mortífera de la guerra sino que marcaron un vínculo íntimo entre la ciencia y la guerra.

Y aunque también desde entonces se cuestiona la ética de la ciencia lo cierto es que ésta se ha convertido en el área militar de mayor inversión.

De hecho, el aumento de la mortalidad en las guerras ha estados marcada por los avances de algunos científicos.

Por ejemplo Alfred Nobel marcó una diferencia con el invento de la dinamita, Friz Haber desarrolló gases venenosos y Walter H. Nernst las armas químicas.

Othon Han descubrió el proceso de la fisión nuclear y Enrico Fermi logró producir el plutonio necesario para la bomba atómica.

Muchos de los inventos modernos de la guerra han dejado de utilizarse en el campo militar y han pasado a ser parte de la vida cotidiana.

Estoy hablando de inventos como el Play Station o el iPhone que sirven como simulador y comunicador de alta tecnología para los soldados.

El GPS, el Internet y los ultrasonidos también fueron concebidos par usarse al servicio de la guerra.

La revista Quo de este mes trae un artículo muy completo respecto a este tema que nos habla de las mentes del mal.

Pero para que nos explique más a fondo todo este tema y de los usos de los inventos de la guerra le voy a ceder la palabra a Ivan Carrillo, editor general de la Revista.

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